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lunes

Verdad, verdad, verdad

Verdad, verdad, verdad. Y verdad que es ésta, que hoy todos la quieren tener, pero, como propia suya únicamente ¡Irrealidad total! del espejismo social que sufren hermanos, ciudadanos que no se auto analizan fielmente quedando en sí mismos engañados en este mundo sí, de verdadera confrontación o de anticristianos que muchos viven irrespetuosamente contra Dios, que es Él único en Jesucristo su hijo nuestro Señor que la posee en su palabra. Dicho esto en mi fe, digo también: hay muchas buenas personas incluso de cierta fama artística, política, periodística, etc., bien reconocidas indistintamente con espíritus muy sinceros y sencillos, buenos en definitiva a sus propósitos de ayudar socialmente con su ejemplo o actitud y cómo llevan sus vidas de alguna manera individual más o menos ordenadas, por lo que son como, el espejo donde se miran para así auto-viéndose en éstos no pocos fans, sobre todo jóvenes, seguidores, simpatizantes también ellos en la inercia se engrandecen ¡Y si así es como auto-ven su verdad!, por ejemplo en la mía, pregunto ¿Cómo es que no ven con buenos ojos, ignoran, o critican sistemáticamente, viendo como si fuésemos bichos raros, incluso salen de sus labio más que insinuaciones, peores exacbruptos y algunos satánicos lanzados con desprecio a quienes simpatizan, o asisten y practican cotidianamente la misa, en una sociedad de la era moderna en la que estamos supuestamente civilizados y por tal, llamados a entendernos y respetarnos pacíficamente y en mutuo amor al dirigirse o contemplar las vidas en la libertad del prójimo? Y que lo dan por supuesto y lo hacen en mi opinión, erróneamente un gran porcentaje, al generalizar en su relativismo donde están situados ambientalmente en sus pequeñas colonias sociales, pero sin dudas por mi parte, ignorando precisamente ésta realidad, obviándola, sin conocer nada de lo que es la verdad de la gran mayoría de éstos que en su fe así lo muestran a la hora de entrar en El templo de Dios, que es cualquier iglesia pequeña, mediana, o más grande, donde se entra en la comunidad del Reino de Dios. Y más sin saber tan siquiera incluso perdiéndoles el respeto a éstos o, a éstas creyentes, que son cristianas individualmente en su conciencia del Espíritu que lo conduce hacia, y como es lo más natural que ocurra por los designios marcados en cualquier momento de la vida en un cristiano cualquiera, o cristiana bautizado en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, y que es desde el mismo momento en que es llamado concebido, o alumbrado con una luz respectivamente inmensa para respetar y entregarse a Éste en una dimensión súper extraordinaria por las razones cualquiera que éstas hayan sido, y que nada tiene que ver con lo realizado, vivido, o conocido ya anteriormente en el cambio de actitud entregado y recibido por consiguiente en él amor, que es para como hija, o hijo de Dios sin más. Cada iglesia como punto individual de amor, en su esfuerzo colectivo del día a día recoge en sus posibilidades y maneras, para la unidad de la Santa Iglesia de Jesucristo el hijo de Dios en su Reino ¡Quien no recoge para Éste, desparrama! Porque cierto es, que no es más el discípulo, o el aprendiz, que el maestro, ni el sirviente, que su señor. Otra cosa distinta como es la noche y el día es, que cada uno lo crea, o no. No es que yo también generalice, si no, que todos tienen un nombre, y son tantos, tantos. El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra, dijo en su ejemplo para nuestra enseñanza: Jesús. Julio Barriga Carrasco

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