¿Pero no
es una gran Gloria? Qué en el acoger en sí, he, indistintamente y también de en cada
cual, el que es si ves en sí, y delante de ti el guante del agravio, y el lanzado
en su día entonces al suelo y qué lo Es también en mí caso, y en Sí, Espiritual,
Cristiano Católico, y aún él que es pisoteado, y sin recoger por la barbarie descaminada
e incesantemente sin rumbo, sin Alma, ya confirmada y aún la robada por él mal,
y que hemos de acoger aunque indistintamente, cada cual, qué por la anterioridad
del tiempo y en La qué le fue desposeída en Nuestra Reina Madre Familiarmente así
en, La descorazonada, y en cada cual así por Tanto, y desde entonces mundialmente,
y multiplicada pero, y solo por él mal instaurado en un hombre que como en cada
cual está desde Jesucristo, en libertad y así, en justos, e injustos,
incoherentes, prepotentes, cruel, y avariciosos violentos, e incluso, bélico y,
Rey, qué en Enrique VIII, con su espíritu de litigios contradictorios entre sí mismo
lo percibo encarando aún su constancia maléfica, y que en lo colateral, le fue
el daño, y de entre otras tantas más, también, contra la Reina Catalina de
Aragón, su esposa en acogida, aunque legalmente y en viudez, de su hermano,
fallecido, y al que Dios ya lo guarda en Su Alma, también, y La Abuela, e Hija de Reina, qué impotentemente
fue utilizada, manipulada, increpada, y desalojada, pero robada también, y qué
de nuevo, le revirtió el desamparo y mismamente también, a como su sobrina nieta, que
en definitiva le influyó Espiritual e igual y socialmente, rehén, y la qué lo
sufrió, y de la cual, premeditadamente, se le propagó con intención impura el
error, y en él, confuso para los demás, y donde nos encontramos, qué en sí, es sin
dudas en mí Alusión, Misericordia, puesto, qué La Vivo, y que La Percibo en Cristo por Su Divina Sangre, y de
Nuestra Madre del Cielo en, La Reina Isabel II de España, ¡“mi niña”, cuanto sufrió, y qué sola y perdida en su lucha incapaz.!
Y como así lo es aún descendencia, en toda aquella prepotencia, qué misma e
indistintamente, lo es usurpada en cualquier modo, despreciada, u también que en
reciprocidad en la inversa, del mismo agravio, en
él despreciado, que también, y de algún modo en sí, lo asumo, y aunque no dé
violencia, es él qué lo “vivo en cierta manera y, entre incrédulos” pero que no
comparto ésta su incredulidad que daña tanto, y tanto, en cualquier ser humano,
por él desorden social, en los inconscientes, y avanzando en ello por atropello,
y que lo discrepan incluso, cegados, y ensordecidos, pero qué lo es más, en las
desmoralizadas, y a como bandera, en ella concretamente La nieta, que no se despega
del Vinculo, y ni de la Amistad, Católica, por lo que fue de la disgregación, u
escisión Cristiana, es deshonrada de entre dos aguas, y por consiguiente también
utilizada, abandonada, desprotegida, o que incluso hoy, y qué también en ésta deriva
acogida, y sí en violadas, y solas, así en agravándose más y peor, la propia situación
de convivencias socialmente en el desorden absoluto, y en él que nos
encontramos, y qué en sí, Es, y no menos, pero al menos consciente de ello, de
él qué es, y que lo es pues en lo que me ocupo, y preocupo así y en sí de mí
Misión, en Santidad, en la que lo es Tal, y también en damnificada
generacionalmente, a como sí qué lo fue ciertamente y por consiguiente antecediéndolo
en, La Reina Catalina de Aragón y qué, aunque custodiada y retenida con sus
privilegios, pero en sí y a la espera, tan Santa y pacientemente en Cristo, y pidiendo
Clemencia aún. Y Es por lo qué aludido, percibo cierto, él porque, donde hay
Rey, no puede haber injustamente reina, sino que en Santamente Consorte, tal qué
solo lo es, y ha de ser aún, en éste imperativo de Divinidad, en transitorio, y
por la falta física del rey, y así en, tanto, de una Casa-Familia-Morada, u en común
de la soltería parcial en Santo, o Santa, e indistintamente, de las clases, en
éste privilegio social generalizado, o lo que es lo mismo, qué si en viceversa
u apostatando, que es renunciar a tu alma, y que lo es entonces, sin
posibilidad, e inconscientemente él qué se sostenga por mucho tiempo y ni así por
tanto, (Gloriosamente en Su Reino) sino que por contrario y si alejado o despreocupado, “en
no digno u personalmente impropio, cada cual y si así aunque en pie y perdido, dependiente,
de otro dependiente también, tampoco”, de lo Visible podremos prender a ninguno
dignamente, a menos que un Alma Caritativa, y sí nos dejamos ayudar, aunque
primero, lo es poniéndonos en paz consigo mismo, y después con Éste, que te
Acoge, y te lo muestra, en Cristo, porqué lo es, Solo y Vida, Recíproca y con
Él, en Él, y para Él,. San
Lucas. Cp.21. Vs. 17 al 19. Epístola de Santiago. Cp. 4 Vs. 1 al 12. Epístola
de San Pablo a los Romanos. Cp. 13. Vs. 11 al 14.
Por lo que en, Conciencia, Testigo soy en Cristo, y así
trato de mostrarlo física, y Espiritualmente, de modo en él que así comencé, ya
mucho tiempo en alusión, y qué percibo en tal, y qué tal cual, es en él que
continúo, solo y concienciado, pero en
Cristo, y acompañado de Su Santidad, con Sus Santos Mártir, u Redimido en
Comunión Espiritual, los que murieron por Él y con Él, y qué en Cristo, lo Es
Vivir Su Eternidad, porque en Éste Su Proyecto, lo Es Eterno en Su Hijo, Cristo-Jesús,
y en Sí También Es Él. Y que haciendo su voluntad es cuanto hago, digo y
expongo en Sí, de Él, en la propia medida de mis posibilidades, solo y hasta
que Dios y Padre Nuestro Jesucristo así lo Crea en Su Divina Misericordia, y sí
a Bien, en él concedérmelo, con la Bendición de Su Prueba, y que yo percibo cierta y verdadera, porque algo Él ya
me ha mostrado, pero que no la puedo yo mostrar aún, en la incapacidad, por lo devenido,
en lo que he visto, he oído, y a Dios Gracias, he Vivido, y Vivo, por Tanto, en
contando, cuanto me alude, u percibo, a como mí testimonio en mí Fe, de la Propia
Confianza en Jesucristo-Resucitado, y Es Él, él qué lo mostrará en Sí. San Marcos. Cp. 4. Vs. 26 al 29. por lo que es, en él caminar, e
indistintamente. Porque Él Es Eterno, y Nosotros Sus Hijos Queridos, y que si
así, en Él. Por Que lo Es en Su Palabra Dios, y en quien a Él La Porta, de Su
Vida Gloriosa. San Mateo. Cp. 22. Vs. 29
al 32. Y así, como también Él Es, Él que nos la aporta mismamente en Sí del
Amparo, a la Reina Isabel II, de España. Con gran elogio de Fe en lo que hace,
y dice ya entonces, Glorificado por Él,
D. Benito Pérez Galdós, qué en sí, y sin yo conocerlo, sino, mismamente
así, por Tanto, de Su Testo-Divinidad, Vida suya, en Cristo.
En la mañana del 9 de
abril de 1904, en su residencia parisina, fallecía Isabel II por unas
complicaciones bronco-pulmonares producidas por una gripe. Sus restos fueron
trasladados al Escorial para darles más tarde sepultura en el Panteón de los
Reyes. Moría una reina y, como epitafio, podemos citar las hermosas palabras
que Pérez Galdós, que la entrevistó poco antes de su muerte, dejó escritas
sobre ella:
«El reinado de Isabel se irá borrando de
la memoria, y los males que trajo, así como los bienes que produjo, pasarán sin
dejar rastro. La pobre Reina, tan fervorosamente amada en su niñez, esperanza y
alegría del pueblo, emblema de la libertad, después hollada, escarnecida y
arrojada del reino, baja al sepulcro sin que su muerte avive los entusiasmos ni
los odios de otros días. Se juzgará su reinado con crítica severa: en él se
verá el origen y el embrión de no pocos vicios de nuestra política; pero nadie
niega ni desconoce la inmensa ternura de aquella alma ingenua, indolente, fácil
a la piedad, al perdón, a la caridad, como incapaz de toda resolución tenaz y
vigorosa. Doña Isabel vivió en perpetua infancia, y el mayor de sus infortunios
fue haber nacido Reina y llevar en su mano la dirección moral de un pueblo,
pesada obligación para tan tierna mano».
Pues dicho en Su Santo Nombre esto, aquí lo
tenéis y para ello, y también en Sí yo, en Cristo, él qué añado al respecto en,
Conciencia, lo siguiente. Están preparados,
reunidos al parecer todos los reconocidos científicos “globalizados”, y una
gran parte, de farfulladores, políticos, y algunos nobles con respeto, en Sí y
por Tanto, intentando mediar en razones de la Naturaleza Divina, y de la que
consiguen, los otros, cuanto necesitan para encauzar las aguas siempre que él
caso lo requiera, a sus ostentosos molinos, y que trituran cuanto se le vierte
entre sus ruedas machacadoras, y así repartir algún que otro, ribero, para sus
compinches y cómplices, y ni tan siquiera unas cantimploras de agua para él
resto desatendido, ignorado, sino qué nos las venden con cualquier marca, a la
paciente civilización y a precio, tal a como sus energías, y contaminantes, y
las producciones incesantes de diversos y muy variados productos
científico-artificial, y de aditamentos
farmacológicos, etc. etc., así en multiplicándose los usos en exceso, a
adicción, incluso en los mayores, y que aunque diferentes en éstos, pero no
optante en consumistas e innecesarios, en
muchos de los casos, u al menos, no en tan saturados, u atiborrados, de todo
éstos componentes en brebajes etc. Pues ya dicho está, y escrito también, en
Cristo-Jesús Señor Nuestro Dios, veamos de entre todos ya, en adelante quien, o
quienes llevan de nuevo las aguas, a donde quiere, en quien quiere, y para a los
que quiere Él.
Y qué
a como También en, San Juan Bautista, predicando en un desierto inhóspito, en
él final del antiguo testamento, Nosotros, en Cristo, y Ángeles del tercer
Coro, del Nuevo Testamento, Espíritus Santos que Testificamos Mismamente y en
él Mismo, a Su Reino, con La Ilusión de Éste también en sí, sin desánimo alguno
La Continuidad, a pesar de los pesares de nuestros propios pecados, pero que no
ya, a los que fuimos perdonados, por Jesucristo Señor Nuestro, de los de
nuestros Queridos Padres, y aunque lo es en lo invisible, a lo Visible y en Sí,
Nuestra propia Cruz Divina, porque, ésta Su Vida, es mi Vida en Cristo y asumida
en Conciencia, Viviéndola Tal Cual, en Regenerando en Él, y a Su Agrado, que Es
él mío También, en la medida de mis posibilidades.
Y en inversa, de la Repoblación, si San Juan
Bautista, finalizó el antiguo Testamento, Bautizando, y Convirtiendo a la
atención de la llamada del Señor, y Su Espíritu Santo, en el desierto Inhóspito,
ya y ahora lo es introducidos, aunque con los cuidados, u las precauciones de
la beligerante, enredosa y tramposa jungla social, donde hemos discernir, en
Cristo, Señor Nuestro, para en sí, y en Él Santamente Evangelizar. Amén, Amén,
Amén.
Julio Barriga Carrasco.
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