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jueves

 

Renovación en Cristo-Jesús, Espíritu Santo Él, en cada cuál de sí, Hermano, con su misión, y para Él, Señor Nuestro Jesucristo-Resucitado. Es la Renovación, y en Sí Continua de Eternidad, generación, tras generación, o lo que es lo mismo, en La, Conversión-Santidad-Eternidad, en Él, y Su Verdad, la Nuestra, así, y en Sí, Corroborándola, primero, desde el perdón y la humildad, de lo anterior e hiriente, persistiendo en, Cristo-Jesús, con los Hechos en Rehaciendo, y qué por ejemplo, en mi caso es, y que ahí están, también, y por escrito, peor, u mejor, qué aunque sin estudios superiores, más bien, en lo básicos, escolarizado y no más, pero que en Conciencia, Espiritualmente, en Cristo, para vuestra vergüenza lo repito, lo es en mí discernimiento, aunque pobre, así dando el Mensaje Interno dé mí Espíritu Santo, tras mis etapas ya recorridas, experiencias espiritualmente contemplativas y reparadoras físicamente desde entonces que en Tal las expuestas, a la contra resta, de las anteriores, y pasadas ya también, por con las que comencé en la medida de mis propias y claras aún circunstancias clarividentes en, Sensibilidad-Divinidad-Santidad, y qué a cómo, cada cual, Santa, u Santo, les acaecieron similar, y que aún os han de acaecer a vosotros, en cada su momento y del quien, indistintamente, Tal Vida de Eternidad, como a nosotros, en Percepción y Alusión qué se profesa, y en la que, sin dudas, Corroboro, tanto y cuanto, de los escritos, por mí, y en Conciencia, escritos qué lo están de entre los demás gestos, u señales en sí desarrollándose así También, en Testimoniando y previendo de los ya antes escritos en las Sagradas Escrituras, en los Evangelio del Nuevo Testamento, y La ley de Moisés, a La Fuente, de donde en Santidad nos Facilita, en Cristo el Acceso por él Bautismo contraído de Su Morada, u Vinculo, y Amistad, con la Nuestra Propia que nos incrementa, porque se Nos Integra y Consta, por Tanto, en Él Señor, Jesucristo, en su Iglesia Católica, Santamente, en sumando Sus Hechos, multiplicándolos dé, Su Reino, que Es Él Único Dios, Un Alma, Cristo-Jesús, aun diciendo, y haciendo, ¡de hacer con Su Bien, de Paz, Amor y Misericordia!, omitiendo y pasando de largo, y así, contra la maldad, la corrupción, el crimen, el robo, el terror, la concupiscencia y vicios animalescos dependientes del ocio en excesos, inanes, u antinatural que destruye calamitosamente a su vello albedrio, exactamente, lo mismo, Eterna y Santamente, en desmontando así la oscuridad, y el frio de lo efímero, en multiplicando la contemplación de La Gloria que nos es la Eternidad y Vida en Cristo-Jesús, de Adopción Fraterna, en Él, Edad, tras Edad, Generación, tras Generación, de Vinculo, y Amistad. Y que ya nos muestra con Sus Hechos, por escrito, San Pablo. Qué nos hace en Sí, Indistintamente, Rey, Profeta, y Sacerdote, en Cristo-Jesús, Él Primer hacedor. Y estar contra el Autónomo, es lo mismo, que estar contra la Libertad Espiritual. Y en asociación, de entre varios e indistintos, en complot, u conjurados, en Mejoras de sí, que podrán estar y ser libres y voluntariamente en Conciencia para él bien, en Cristo. U, en inconscientes asociados, qué, aunque conjurados, y en complot, continuarán, sin conversión, sin remedio, ateos, e incrédulos, por el interés personal. Amén, Amén, Amén.

                                         Julio Barriga Carrasco.

 

1 Corintios. Cp. 6 - Biblia de Jerusalén

Litigios delante de los incrédulos

1. Cuando alguno de vosotros tiene un pleito con otro, ¿se atreve a llevar la causa ante los injustos, y no ante los santos?

2. No obstante, por razón de la impureza, tenga cada hombre su mujer, y cada mujer su marido.

3. Que el marido dé a su mujer lo que debe y la mujer de igual modo a su marido.

4. Y cuando tenéis pleitos de este género ¡tomáis como jueces a los que la Iglesia tiene en nada!

5. Para vuestra vergüenza lo digo. ¿No hay entre vosotros algún sabio que pueda juzgar entre los hermanos?

6. Sino que vais a pleitear hermano contra hermano, ¡y eso, ante infieles!

7. Mi deseo sería que todos los hombres fueran como yo; mas cada cual tiene de Dios su gracia particular: unos de una manera, otros de otra.

8. No obstante, digo a los célibes y a las viudas: Bien les está quedarse como yo.

9. Pero si no pueden contenerse, que se casen; mejor es casarse que abrasarse.

10. En cuanto a los casados, les ordeno, no yo sino el Señor: que la mujer no se separe del marido,

11. Y tales fuisteis algunos de vosotros. Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.

Glorificad a Dios en vuestro cuerpo

12. En cuanto a los demás, digo yo, no el Señor: Si un hermano tiene una mujer no creyente y ella consiente en vivir con él, no la despida.

13. La comida para el vientre y el vientre para la comida. Mas lo uno y lo otro destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.

14. Pues el marido no creyente queda santificado por su mujer, y la mujer no creyente queda santificada por el marido creyente. De otro modo, vuestros hijos serían impuros, mas ahora son santos.

15. Pero si la parte no creyente quiere separarse, que se separe, en ese caso el hermano o la hermana no están ligados: para vivir en paz os llamó el Señor.

16. Pues ¿qué sabes tú, mujer, si salvarás a tu marido? Y ¿qué sabes tú, marido, si salvarás a tu mujer?

17. Por lo demás, que cada cual viva conforme le ha asignado el Señor, cada cual como le ha llamado Dios. Es lo que ordeno en todas las Iglesias.

18. ¡Huid de la fornicación! Todo pecado que comete el hombre queda fuera de su cuerpo; mas el que fornica, peca contra su propio cuerpo.

19. ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis?

20. ¡Habéis sido bien comprados! Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro cuerpo.

Solución de diversos problemas

1. MATRIMONIO Y VIRGINIDAD*

7 1 En cuanto a lo que me habéis escrito, bien le está al hombre abstenerse de mujer*. 2 No obstante, por razón de la incontinencia, tenga cada hombre su mujer, y cada mujer su marido*. 3 Que el marido cumpla su deber con la mujer; de igual modo la mujer con su marido. 4 La mujer no dispone de su propio cuerpo, sino el marido; igualmente, el marido no dispone de su propio cuerpo, sino la mujer*. 5 No os neguéis el uno al otro, a no ser que lo hagáis de mutuo acuerdo y por cierto tiempo para entregaros a la oración. Pero luego, volved a juntaros, para que Satanás no os tiente por vuestra incontinencia. 6 Lo que os digo es una concesión*, no un mandato. 7 Mi deseo sería que todos fueran como yo; mas cada cual tiene de Dios su gracia particular: unos de una manera, otros de otra*.

8 No obstante, digo a los solteros* y a las viudas que estaría bien que se quedasen como yo*. 9 Pero si no pueden contenerse, que se casen; mejor es casarse que abrasarse.

10 En cuanto a los casados, les ordeno —no yo, sino el Señor—: que la mujer no se separe del marido; 11 pero, en el caso de que lo haga, que no vuelva a casarse, o que se reconcilie con su marido; y que el marido no se divorcie de su mujer*.

12 En cuanto a los demás, digo yo —no el Señor—: si un hermano tiene una mujer no creyente y ella consiente en vivir con él, que no se divorcie de ella; 13 y si una mujer tiene un marido no creyente que consiente en vivir con ella, que no se divorcie. 14 Pues el marido no creyente queda santificado por su mujer, y la mujer no creyente queda santificada por el marido creyente. De otro modo, vuestros hijos serían impuros, mas ahora son santos*. 15 Pero si la parte no creyente quiere separarse, que se separe*; en ese caso, el hermano o la hermana no están obligados. Dios os* ha llamado para vivir en paz. 16 Pues, ¿qué sabes tú, mujer, si salvarás a tu marido? ¿Y qué sabes tú, marido, si salvarás a tu mujer?

17 Por lo demás, que cada cual viva conforme le asignó el Señor, cada cual como le haya llamado Dios. Es lo que ordeno en todas las iglesias. 18 ¿Que uno fue llamado siendo circunciso? Que no lo disimule. ¿Que fue llamado siendo incircunciso? Que no se circuncide. 19 La circuncisión no es nada, y nada la incircuncisión; lo que importa es el cumplimiento de los mandamientos de Dios. 20 Que permanezca cada cual en el estado en que se hallaba cuando Dios lo llamó. 21 ¿Eras esclavo cuando fuiste llamado? No te preocupes. Y, aunque puedas conseguir la libertad, aprovecha más bien* tu condición de esclavo. 22 Pues el que recibió la llamada del Señor siendo esclavo, es un liberto del Señor; igualmente, el que era libre cuando recibió la llamada, es un esclavo de Cristo. 23 ¡Habéis sido bien comprados! No os hagáis esclavos de los hombres*. 24 Hermanos, permanezca cada cual ante Dios en el estado en que fue llamado.

25 Acerca de la virginidad*, no tengo un precepto concreto de parte del Señor. Doy, no obstante, un consejo, como quien, por la misericordia de Dios, es digno de crédito. 26 Pienso que, en vista de la angustia presente*, es bueno que el hombre siga como está. 27 ¿Estás unido a una mujer? No busques la separación. ¿No estás unido a mujer? No la busques. 28 Mas, si te casas, no pecas; y, si la joven se casa, no peca. Pero todos ellos padecerán tribulaciones*, que yo os querría evitar.

29 Os digo, pues, hermanos que el tiempo apremia*. Por tanto, los que tienen mujer, que vivan como si no la tuviesen; 30 los que lloran, como si no llorasen; los que están alegres, como si no lo estuviesen; los que compran, como si no poseyesen; 31 los que disfrutan del mundo, como si no lo disfrutasen*. Porque la representación de este mundo va pasando.

32 Me gustaría veros libres de preocupaciones. El soltero se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradarle. 33 El casado se preocupa de las cosas del mundo y de cómo agradar a su mujer, 34 lo que le obliga a estar dividido. La mujer soltera, lo mismo que la doncella, se preocupa de las cosas del Señor*, de ser santa de cuerpo y de espíritu. Mas la casada se preocupa de las cosas del mundo y de cómo agradar a su marido. 35 Os digo esto para vuestro bien, no para tenderos un lazo; sólo pretendo que accedáis a lo más digno y al trato asiduo con el Señor, sin distracciones.

36 Si alguien teme faltar a la conveniencia respecto de su doncella, por estar en la flor de la edad, y cree que conviene actuar en consecuencia, puede hacer lo que quiera: no peca; cásense. 37 Pero si alguien, sin presión alguna y en el pleno uso de su libertad, ha tomado una decisión firme y bien pensada, y está resuelto interiormente a respetar a su doncella, hará bien. 38 Por tanto, el que se casa con su doncella, actúa bien; y el que no se casa, actúa mejor*.

39 La mujer está obligada a su marido mientras él viva; pero, una vez fallecido el marido, queda libre para casarse con quien quiera, pero sólo en el Señor*. 40 Sin embargo, será más feliz si permanece así según mi consejo; que también yo creo tener el Espíritu de Dios.

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